El cultivo de cannabis requiere una dedicación considerable y la elección del sustrato correcto puede marcar la diferencia entre una cosecha exitosa y una que deja mucho que desear. Aunque el cannabis es una planta resistente que puede adaptarse a condiciones casi extremas, invertir en un sustrato de calidad es siempre sinónimo de plantas sanas y de un crecimiento vigoroso.
El sustrato ideal para el cannabis tiene un buen drenaje, está aireado y contiene una abundante cantidad de materia orgánica. Por otro lado, esta planta tiene una aversión a los suelos compactos y es propensa a ataques de hongos que viven en el sustrato.
En este artículo, te guiaremos a través de los pasos para preparar tu propio sustrato de cannabis, asegurando su calidad y adaptándolo a tus necesidades.
Comenzando con el compost.
La primera cosa que necesitaremos para nuestra mezcla de sustrato será compost. Este es simplemente materia orgánica descompuesta a través de un proceso biológico llamado compostaje. Es un material terroso y sin olor, que está libre de patógenos.
Puedes hacer compost con prácticamente cualquier tipo de residuo vegetal, desde hierba, hojas, verduras y frutas. Para facilitar el compostaje, puedes añadir capas de humus de lombriz o tierra común, que aportarán microorganismos encargados de la descomposición. En unos 6-9 meses tendrás compost de primera calidad listo para usar.
Introduciendo la turba.
La turba es un material orgánico de color oscuro y rico en carbono, resultado de la acumulación de restos vegetales. Se caracteriza por su textura esponjosa y ligera. La turba se utiliza para mejorar suelos debido a su gran capacidad de retención de agua, en el caso de las turbas rubias, y como fuente de nutrientes en el caso de las turbas negras.
Añadiendo el humus de lombriz.
El humus de lombriz, que son los excrementos de varias especies de lombrices, es un componente esencial en cualquier sustrato. Aunque las proporciones de nutrientes no son muy elevadas, contiene buenas cantidades de ácidos húmicos y fúlvicos, favoreciendo la retención de líquidos en el medio.
El poder del guano de murciélago.
Los excrementos de murciélago, también conocidos como guano, son un aditivo común en cualquier buen sustrato. Contienen NPK (nitrógeno, fósforo y potasio) de origen orgánico, además de otros nutrientes esenciales como calcio, magnesio, azufre, hierro, cobre, manganeso, zinc, sodio y molibdeno, aminoácidos, ácidos húmicos, polisacáridos y una gran cantidad de microorganismos beneficiosos.
El guano ayuda a proteger el sistema radicular de las plantas y mejora la asimilación de nutrientes. También tiene propiedades nematicidas y fungicidas, atacando las primeras fases de desarrollo de los hongos. Es excelente para las primeras fases de cultivo y floración.
Estiércol: un clásico para el sustrato.
El estiércol bien compostado puede ser una excelente adición a tu mezcla de sustrato. Los más recomendados son el de caballo y de cabra, que tienen una cantidad equilibrada de macronutrientes. En general, todos los estiércoles ayudan a aumentar la esponjosidad del sustrato y a mejorar la retención de agua.
Harinas orgánicas.
Las harinas son una forma concentrada de nutrientes y se pueden agregar en pequeñas cantidades a tu sustrato. La harina de sangre es rica en nitrógeno, la harina de hueso es rica en nitrógeno, fósforo y calcio, y la harina de pescado tiene un alto contenido en nitrógeno y fósforo. La harina de algas, y en especial la de Quelpo, es una excelente fuente de oligoelementos, además de potasio, vitaminas, aminoácidos y hormonas vegetales.
Perlita para la esponjosidad.
La perlita es un vidrio volcánico que se expande cuando se calienta. Es inerte, es decir, no contiene nutrientes, pero mejora la esponjosidad del sustrato y ayuda a retener agua.
Fibra de coco para la retención de agua.
La fibra de coco es otro sustrato inerte que se extrae de las cáscaras de los cocos. Es un medio de cultivo limpio que no se pudre ni produce hongos. Retiene hasta 8 o 9 veces su peso en agua, manteniendo al mismo tiempo una gran capacidad de aireación.
Finalmente, es importante recordar que no existe una fórmula mágica para el sustrato perfecto y que las proporciones pueden variar dependiendo de tus necesidades específicas. Un buen punto de partida podría ser una mezcla de compost y turba (40-60% de cada uno), perlita o fibra de coco (10-30% de cada uno), humus de lombriz (10-20%), y pequeñas cantidades de otros ingredientes como el guano, las harinas o el estiércol (no superiores al 5%).
Recuerda, la clave es experimentar y adaptar tu sustrato a las necesidades específicas de tus plantas y de tu entorno de cultivo. ¡Buena suerte en tu aventura de cultivo de cannabis!
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